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Mitos del pequeño (y no tan pequeño) inversor

En este podcast, Luis Alberto Iglesias y yo mantenemos en Value School una relajada charla sobre algunos de los mitos o falsas creencias que muchos inversores —de todos los tamaños— mantienen aún en su cabeza, perjudicando sus decisiones a la hora de invertir.

A continuación, la divertida lista (no exhaustiva, hay más…) con algunos de los mitos más curiosos y sorprendentes de la inversión con los que me he encontrado en la industria:


Mito #1 – «Invertir es muy complicado»

Realidad: Más complicado es el móvil que estás estudiando comprar para sustituir al que ya tienes.

Invertir bien no es complicado, pero esta falsa creencia es alimentada por el sector bancario a toda costa. Públicamente, de manera oficial, bancos y reguladores dicen que es bueno que el cliente tenga algo de cultura financiera, pero no demasiado. Así que nada mejor que mantener vivo el falso mito de que para invertir bien, hay que ser poco menos que Ingeniero de Caminos por la mañana y neurocirujano por las tardes —¡y por supuesto vestir con traje y corbata, o los mercados te detectarán y perderás dinero!

Aquí se junta el pan con las ganas de comer. Por un lado los inversores (pequeños pero también muchos grandes) no tienen el más mínimo interés en aprender. Y por el otro, la industria de la inversión está encantada con esa pasividad e ignorancia.

Sin embargo, invertir razonablemente bien no es más difícil que aprender a cocinar; aunque sí lo es convertirse en el próximo Ferran Adrià. Pero si lo que buscamos es una paella que nos guste y nos alimente, no nos hace falta convertirnos en un Gran Chef de la inversión.

Hoy toda la información necesaria para formarse está disponible gratuitamente en internet (incluido el pequeño granito de arena que pretende ser este blog). Pero la mayoría de ahorradores que deciden invertir sigue dedicando más tiempo a estudiar qué móvil comprarse que a seleccionar qué estrategia de inversión seguir o qué producto financiero comprar. A pesar de que sus decisiones de inversión de hoy van a tener cientos de veces mayor impacto en su vida que el modelo de móvil que se compren este año.


Mito #2 – «Para ganar dinero hay que ser muy inteligente»

Realidad: Si así fuera, existiría una alta correlación entre inteligencia y rentabilidad obtenida. En otras palabras, los más inteligentes serían los más ricos, y los más torpes serían lo más pobres. Pero por poco contacto que uno haya tenido con la realidad, sabe que tal correlación no existe. La inteligencia se premia en ciertos entornos deterministas (como el ajedrez, la ingeniería, la vida académica, etc.), pero la relación no es tan directa en entornos complejos, donde más que inteligencia lo que necesitamos es sabiduría.

Cierto es que los más inteligentes pueden complicar tanto como quieran los modelos y estrategias de inversión; hasta el punto de hacerlos inteligibles sólo a un puñado de colegas especializados (como si se tratara de una nueva rama de la Teoría de Cuerdas que sólo comprenden una docena de colegas fisico-matemáticos en el mundo).

Pero complicación no es sinónimo de éxito ni muchas veces de mejora. En realidad, las inversiones eficaces a largo plazo puede ser tan simples y fáciles de comprender como un botijo, sin requerir de nosotros la inteligencia genial de un Isaac Newton, pero sí grandes dosis de sentido común y un mínimo de diligencia (sobre todo mantener los costes bajos y controlar nuestro comporamiento a lo largo del camino) de los que muchas veces somos los únicos responsables.


Mito #3 – «Hay que estar siempre al día de todo»

Realidad: Pensar esto equivale a creer que la rentabilidad de nuestras inversiones depende de cuánto tardamos en enterarnos de las noticias y «reaccionar». Y aunque es cierto que muchas estrategias dependen de la capacidad de reacción, hoy con la invasión de los algoritmos en todos los procesos de inversión podemos decir que intentar ganar en ese campo es una batalla perdida de antemano.

Incluso si pudiéramos enterarnos primero de las noticias (por ejemplo, conociendo el dato de paro USA unos minutos antes de hacerse público), eso no nos garantiza una ventaja, pues el mismo dato objetivo o noticia puede ser interpretado por el mercado de maneras diferentes, sin poder saber previamente cuál será la interpretación que prevalecerá. Debemos pues centrarnos en estrategias que no dependan de las noticias, ni tampoco de la necesidad de disponer de un flujo de información constante y en tiempo real.

¿Cuándo dejan entonces de tener efecto las noticias para que podamos «pasar de ellas»? En el largo plazo. Si nos centramos en estrategias válidas en el largo plazo —como por ejemplo estrategias de inversión value, o simplemente construirse uno mismo una barata «Cartera Botijo»—, podremos «desconectar» y vivir nuestras inversiones tranquilos y de forma mucho más eficaz.


Mito #4 – «Hay que saber qué es lo que va a pasar»

Realidad: Mucha gente sigue confundiendo arbitrar con invertir o especular, siendo conceptos que implican actitudes muy diferentes.

Los arbitrajes aprovechan diferencias de precios sobre un mismo producto que se pueden materializar sin riesgo, mientras que en la inversión o especulación se espera que algo suceda con cierta probabilidad y asumiendo ciertos riesgos.

Por ejemplo, los que pensaban que invertir en ladrillo era «algo seguro» y se apalancaron (a través de su hipoteca) hasta las cejas en el periodo 2000-07, no eran conscientes de que estaban especulando: creían estar arbitrando. Es decir, ellos consideraban que el precio iba a subir «sí o sí», por lo que en su cabeza se estaban aprovechando —sin aparente riesgo— de lo que para ellos era un diferencia cierta y permanente (arbitraje) entre un precio actual bajo y un precio futuro alto.

Por lo que he visto, la mayoría de pequeños inversores sólo se decide a invertir cuando cree «ver claro» lo que va a pasar. Es decir, cuando cree que ha encontrado lo que para él es un «arbitraje». Arbitrajes que, como con la inversión inmobiliaria, no lo son, pero que mantienen el mito de que para invertir es imprescindible saber «lo que va a pasar».

Estas creencias los aparta de estrategias inversoras rentables que no necesitan saber qué va a ocurrir en el futuro para ser efectivas, con lo que no consiguen rentabilizar eficazmente sus ahorros.


Mito #5 – «Existe una fórmula secreta para ganar dinero»

Realidad: Mucha gente sigue creyendo que hay una fórmula secreta para «ganar dinero todos los meses» (o peor, ¡todos los días!) . Una conspiración que mantiene la fórmula en secreto sólo compartida entre algunos grandes bancos y que sólo ofrecen a su círculo secreto. Como si fuera el mítico «motor de agua» censurado presuntamente por las grandes petroleras en las teorías conspirativas más inocentes. Además, las inesperadas muertes de banqueros de vez en cuando (como si los banqueros no se pudieran morir o no tuvieran otros problemas en sus vidas) ayuda a alimentar esta teoría conspirativa sobre la presunta existencia de dicha «fórmula mágica secreta».

De hecho, muchos se sienten atraídos por los mercados financieros y se embarcan en la aventura de buscar el llamado «Santo Grial» de la inversión porque creen realmente que existe una fórmula/s —algoritmos, sistemas de trading, técnicas de Deep Learing o Inteligencia Artificial— que les va a permitir ganar dinero todos los meses.

No, no existen fórmulas secretas ni tampoco existe el Santo Grial de la inversión. Lo que sí existe son algunos grandes bancos con posiciones de dominio de mercado —tecnológica y legalmente— que les dan ventaja frente al pequeño inversor a la hora de lidiar en el corto plazo (por ejemplo, en el mundo del High Frequency Trading). Debemos recordar siempre que la persistencia de rentabilidades mensuales siempre positivas está inevitablemente ligada o bien a un timo (recordar las presuntas rentabilidades «perfectas» de alrededor del 1% al mes que «ofrecía» Madoff hasta que le pillaron) o bien a una posición de abuso de posición dominante que no puede durar eternamente.


Mito #6 – «Los mejores productos sólo se ofrecen a los ricos»

Realidad: El pequeño inversor lego en la materia —el mismo que acepta a pies juntillas todo lo que le dice Don Alfonso, el director de su sucursal bancaria— cree que existe una gama de productos especiales reservada «sólo para millonarios». A los pequeños ahorradores como él no les ofrecen esas cosas, y tiene que conformarse con los fondos y productos que de vez en cuando le ofrece Don Alfonso. Por supuesto, también cree que dichos productos VIP «rentan más» que los productos que les ofrecen a «los pequeños» como él, con lo que «los ricos» se hacen injustamente cada vez más ricos «sin hacer nada».

La realidad es que, si bien es cierto que existen «productos VIP» sólo accesibles a los grandes patrimonios, tanto pequeños como grandes inversores están irremediablemente sujetos a los límites naturales de la rentabilidad financiera. Límites de los que ya hablé aquí, y que se pueden resumir en que nada puede «rentar más» en el largo plazo que los activos financieros clásicos (dependiendo de la región y la época, alrededor del doble del crecimiento del PIB). Y sólo unos pocos gestores —a los que desafortunadamente no conocemos de antemano— van a ser capaces en el futuro de superar consistentemente y por largos periodos dicha rentabilidad natural.

Esto resulta evidente si miramos la forma de invertir y las rentabilidades que obtienen «los inversores más ricos del mundo»; es decir los grandes fondos públicos de pensiones y fondos soberanos. Si dichos productos VIP «que rentan más» existieran y fueran efectivos, no sólo estarían invertidos en ellos, sino que representarían el grueso de su inversión. Sin embargo, su (aburrido pero realista) objetivo no es otro que capitalizar esa rentabilidad natural de los activos financieros a nivel mundial. Saben que no existen los duros a cuatro pesetas, por lo que centran sus esfuerzos en ser lo más eficientes posible a la hora de capturar esa rentabilidad límite en el largo plazo.

En realidad, la mayoría de esos «productos VIP» son sofisticadas maquinarias de orfebrería bancaria diseñadas para ocultar riesgos y hacerlos parecen más atractivos —y exclusivos— de lo que realmente son. Por ejemplo, es habitual disimular grandes riesgos bajo una apariencia de baja volatilidad —como si la volatilidad de un producto fuera equivalente a bajo riesgo. Al ser productos construidos con derivados OTC, el volumen mínimo para acceder a ellos suele ser bastante alto, lo que no hace fácil su distribución al cliente minorista. Aunque siempre hay excepciones: uno de los productos sofisticados más popular entre clientes pequeños y no tan pequeños son los Fondos Garantizados —fondos que lo único que garantizan es que el cliente no va a ganar nada y el banco va a ganar unas suculentas comisiones.


Mito #7 – «Invertir es muy arriesgado»

Realidad: Lo que es arriesgado, incluso temerario, es no invertir.

Permanecer en depósitos al 0%, subscribir inútiles fondos garantizados, dejar el dinero debajo del colchón o en cuentas a la vista es permitir que la inflación nos robe el esfuerzo de nuestro trabajo. Al principio puede parecer poco, pero con el paso de por ejemplo un par de décadas —depende de la época— podemos estar hablando de perder la mitad de nuestra capacidad de compra.

En otras palabras, intentar no asumir riesgo puede ser la más arriesgada de nuestras decisiones. Es imposible escapar de los riesgos, por lo que no tenemos más remedio que elegir con qué riesgos nos parecen más razonables y sensatos, y vamos a estar más cómodos —pues el viaje es largo.


Mito #8 – «Eso no dejarán que pase»

Realidad: Enfrentar a cualquiera contra verdades incómodas no suele ser buena idea. El cerebro humano, heredero de una evolución biológica de millones de años, interpreta los hechos que contradicen sus creencias como ataques físicos contra su integridad física. Por eso no podemos convencer a nadie de que cambie de opinión simplemente soltándole los datos objetivos encima de la mesa.

Esta máxima también se cumple en el caso concreto del futuro de las pensiones. Que el sistema español de las pensiones públicas por solidaridad intergeneracional está condenado al colapso no es opinable, es un hecho. Sin embargo, en vez de buscar una solución realista por y para sí mismo (aprender a invertir para el largo plazo), la mayoría dedica su esfuerzo a buscar a otro economista o votar a otro político que les siga diciendo que sí, que hay una solución gubernamental para «su» pensión, y que ellos la tienen.

Cuando el escenario es demasiado devastador, la gente prefiere buscar mentiras reconfortantes y creer en ellas. Seguir creyendo en las mentiras de nuestros gobernantes con el único argumento de que «eso que dices es tan terrible que no dejarán que pase» es nuestro equivalente del avestruz que mete su cabeza bajo tierra cuando percibe peligro.


Mito #9 – «Hay que tener buenos contactos»

Realidad: Esta creencia, cuando se pregunta para qué van a servir esos «contactos», termina derivando en alguno de los mitos ya vistos. Contactos para que nos ofrezcan esos productos «especiales» que sólo les ofrecen a los ricos (6). Contactos para que nos den acceso a la «fórmula mágica» (5) que sólo los iniciados comparten entre sí. O contactos que saben lo que va a pasar y sólo se lo dicen a su pequeño grupo (4).


A modo de conclusión

Por muy chocantes o divertidas que nos puedan parecer estas creencias a muchos profesionales e inversores sobrios, la persistencia de estos mitos es una mala noticia. Muchos son tomados como excusa para no invertir. Existían cuando empecé en los mercados financieros en el año 2000 —y por lo que me han contado, ya estaban ahí décadas antes—, y sobreviven hoy casi dos décadas después.

Algo se está haciendo muy mal (aunque cada vez somos más los que nos hemos embarcado en esta cruzada contra el analfabetismo inversor) cuando la inmensa mayoría de ciudadanos sigue viviendo y tomando decisiones sobre su ahorro en base a unos mitos y creencias equivocados, y dejando que al final sea el director de su sucursal bancaria quien decida —dirigido por cúpulas bancarias que sólo miran por su interés y no del cliente— qué ocurre con su ahorro.


6 comentarios

  1. Pensaba ir a la charla «UNA ALTERNATIVA DE INVERSIÓN AUSTRIACA DIFERENTE AL VALUE INVESTING» que vas a impartir en el instituto Juan de Mariana. En la web del instituto veo una descripción corta de la charla. No tendras un temario de lo que piensas exponer?

    Gracias por el post también. 😉

  2. 90% de acuerdo con su articulo . Solo llevo año y poco interesado en el tema y el descubrimiento de su blog me ha producido una gran alegria. Su charla en TED estupenda, espero aprender mucho con usted y compartir experiencias de este fascinante mundo.

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«Las dos armas más poderosas de todo inversor son: (i) Aceptar nuestra propia ignorancia, y (ii) ser conscientes de lo poco que podemos saber sobre el futuro.»

—Benjamin Graham

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