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Wonder Woman atrapa un Bánkster

—A los bancos nos interesa mucho que las personas tengan una buena educación financiera, porque planifican más, son mejores ahorradores, gestionan mejor los riesgos y son deudores más responsables; pero sin pasarse.

El banquero que hablaba, alto ejecutivo de uno de los tres bancos más grandes del país, respiraba con dificultad. Estaba sujeto por el Lazo de la Verdad de Wonder Woman. Un arma capaz de hacer confesar hasta al más ruin y mentiroso de los malhechores. Aunque éste, vistiendo un impecable traje de Armani y con sonrisa de anuncio, no lo pareciera.

—¿Qué quieres decir con “sin pasarse”? —preguntó Wonder Woman.

—Pues que si los clientes acumulan demasiada cultura financiera, se darán cuenta de la mayoría de los timos legales e ilegales que les colamos, descubrirán que somos prescindibles, y perderíamos el negocio.

—¿Por ejemplo? —inquirió Diana apretando el lazo un poco más.

—Si los clientes entendieran que para comprarse sus caprichos es más eficiente ahorrar que endeudarse, dejarían de pedirnos créditos. Si se dieran cuenta de que es inútil perseguir cuál será el mejor fondo del año que viene, dejarán de invertir en el fondo que les colocamos o el gurú de moda. Si comprendieran que es más importante reducir los costes totales de inversión que acertar sobre cuándo comprar o vender, dejarían de hacer trading. Si se enteraran de que nuestros fondos de inversión y de pensiones son inútiles porque lo que importa es la asignación de activos que elijan para su cartera, dejaríamos de venderlos. ¿No lo ves? ¡Se nos caería el negocio! Hablando de fondos de inversión, eso son más de 2.400 millones de Euros al año que dejaríamos de ganar. ¿Alguna vez has visto una industria que renuncie sin pelear como gato panza arriba por 2.400 millones al año de ingresos?

*

Wonder Woman llevaba una temporada errante y desorientada. Había dejado de perseguir maleantes violentos y de poca monta, porque había comprendido que apenas hacían daño a un puñado de sus vecinos y le consumía demasiado tiempo perseguirlos y capturarlos. Mientras, otro tipo de “maleantes” estaban dañando a un número de personas órdenes de magnitud mayor a los damnificados por la típica banda mafiosa de barrio.

Al principio no le resultó evidente, pero poco a poco se fue dando cuenta de que quienes más daño hacían a sus congéneres no traficaban con droga o golpeaban a sus vecinos, sino que jugaban al golf públicamente y pasaban por ser presuntamente los más civilizados y respetados de la sociedad.

El clan de los bánksters —banqueros que hacía tiempo dejaron de cumplir su función de ofrecer liquidez al sistema y gestionar prudentemente el ahorro, para pasar a controlar cada vez más a los gobiernos y sus ciudadanos, también llamados clientes. A través de sus lobbies de presión en los gobiernos, los bánksters se habían hecho con el control del BOE español y las políticas del BCE en Bruselas. Sibilinamente, habían puesto de rodillas a millones de personas, provocando suicidios y miles de dramas familiares.

No, el verdadero enemigo no era el ladrón de la tienda de la esquina o el matón de barrio. El verdadero enemigo se escondía silenciosa y anónimamente detrás de las impolutas y acristaladas fachadas de los rascacielos del centro de la ciudad.

Wonder Woman tenía que ser más eficiente en su búsqueda de la paz y el bienestar. No podía perder el tiempo con rateros de poca monta. Tenía que centrarse en aquellos que más daño hacían, aunque no resultara evidente a simple vista encontrarlos.

*

—¡¿Qué más?! —le gritó Diana. El lazo ya apenas dejaba respirar al bánkster.

—El paraíso bancario, el sueño por el que trabajamos, será cuando todos los clientes estén endeudados, porque se convertirán en nuestros esclavos de por vida. Aunque el cliente se queje, podemos freírlo con más y nuevas comisiones sin que pueda escapar. Da igual que sea una hipoteca con cláusulas abusivas, un crédito para el coche, o que invierta en nuestros inútiles fondos de inversión y de pensiones. Pero que firme sin demasiadas preguntas. Que el cliente sepa lo mínimo para que pueda tragarse todo lo que le echemos y aceptar cualquier condición que le impongamos, pero que se quede con la sensación de que sabe lo que está haciendo.

—Entonces, los cambios que quiere imponer la regulación MiFID II y la iniciativa por parte del sector bancario y de organismos reguladores como la CNMV y Banco de España por mejorar la cultura financiera de la gente… ¿son un canto al sol de cara a la galería? —preguntó la Mujer Maravilla indignada.

—¡Jajaja! Pero qué inocentes sois los superhéroes ¿Es que no resulta evidente? Si el cliente considera que «lo normal» es pasar su vida entera endeudado y sin que sus ahorros crezcan, no se quejará. Si tiene la sensación de que sabe «lo suficiente» de inversiones, ya ni siquiera volverá para llevarnos a juicio cuando lo arruinemos con algún producto tóxico nuevo y reluciente que le coloquemos. El cliente, si cree que sabe, considerará que la responsabilidad de su ruina, de su miserable vida de esclavo endeudado del banco, ha sido suya y nos dejará en paz.

»¿Tú crees que al cliente le importa el tipo de interés al que le damos el crédito? No, el cliente quiere el dinero ya mismo y le da igual todo lo demás. Les aplicamos tipos de interés que serían ilegales en la Edad Media, pero les da igual con tal de conseguir el crédito. ¿Por qué crees que invierten en nuestros inútiles planes de pensiones? ¿Por la nula rentabilidad que dan a largo plazo? No. Invierten a fin de año por la desgravación fiscal, por el chute de dinerito fresco que se inyectan en vena. Son incapaces de pensar de manera racional y en el largo plazo. Los clientes, querida Wonder Woman, o son tontos o se comportan como tales. Todos lo sabemos, la industria lo sabe, pero nadie lo dice en voz alta porque es imprescindible al negocio que sigan así. Y además queda feo decirlo.

El lazo estaba haciendo todo su efecto, y el bánkster estaba desatado, como en trance…

—Por ejemplo, en una industria de distribución como son los fondos de inversión o la Coca-Cola, que son prácticamente lo mismo en este país, ¿quién crees que se lleva el dinero? ¿El gestor que cocina la fórmula? ¡Ja! No me hagas reír! El gestor no pinta nada, porque la calidad del producto es irrelevante mientras su distribución sea masiva. Si en vez de fondos les colocamos horóscopos, ni se darán cuenta. ¿Empiezas a entenderlo? Cuando vendes agua coloreada embotellada en forma de fondo de inversión, lo más importante es la cadena de distribución. Quién coloca y quién vende los productos. Por eso son los vendedores y las sucursales los que se llevan la mayor parte del pastel. Si los fondos aportaran valor y los clientes supieran de qué va esto, ¿para qué íbamos a necesitar un ejército de vendedores con los que repartirnos los más dos mil millones al año que les sangramos impunemente?

El bánkster añadió:

—Necesitamos que el cliente no se haga demasiadas preguntas… Lo necesitamos estúpido. ¿Y sabes qué Mujer Maravilla?

De repente el rostro del bánkster, lleno de sufrimiento, cambió a una expresión de desafío insultante, casi triunfante, mientras terminaba su confesión:

—Ni tus superpoderes ni la ayuda de tus compis de la Liga de la Justicia van a poder cambiar esto. Vosotros tenéis super-poderes, pero nosotros tenemos abogados y lobbies. Tenemos a los medios de nuestro lado. De hecho, sin nosotros la prensa no sobreviviría, así que no verás que se nos critique demasiado a pesar de todo. Tu Lazo de la Verdad hará que yo no te pueda mentir ahora, pero no podrá parar nuestros planes. Jamás vais a conseguir que el cliente cambie de actitud, y menos aún que intente aprender algo. Porque está en su naturaleza. El cliente, además de orgulloso ignorante, es vago, no le gusta pensar ni se plantea cambiar su situación. No quiere tomar responsabilidad por sus decisiones, espera que le cuide papá Gobierno, ¡cuando los gobiernos y sus legislaciones los decidimos y dictamos nosotros!

El bánkster reía a carcajadas.

—¿No me crees? Después de las preferentes, las subordinadas, los valores del Santander, los fondos garantizados, los CoCos, las cláusulas suelo, los desahucios masivos, la inutilidad de los fondos de inversión y de pensiones… A pesar de todo ¡la gente sigue fiel a su entidad financiera! No es que huyan de los productos y prácticas de la industria financiera buscando alternativas más transparentes, honestas y rentables, ¡es que ni siquiera cambian de sucursal de banco! Así ha sido siempre y así seguirá siendo siempre.

»Porque por muchos MiFIDs y regulaciones vacías que se impongan, vuestra guerra es una guerra perdida. Que todo cambie para que nada cambie, a eso se dedican nuestros lobbies. Sólo en España, 20 millones de personas son, financieramente hablando, analfabetos funcionales. Y en el mundo, 3.500 millones. Deliciosa y suculenta carne de cañón. ¿Aún crees que podéis cambiar algo? A mí puedes torturarme y hacer que confiese la verdad, pero el próximo lunes volverán a entrar miles de pardillos en sus sucursales bancarias de toda la vida, o en despachos de madera de roble enmohecida del barrio de Salamanca, y volverán a tragarse los productos que les coloquemos. Cualquier producto.

»Porque al final, no es contra mí o contra el resto de los de mi calaña contra los que lucháis. En realidad, Wonder Woman, abre los ojos… ¡vuestro enemigo es precisamente aquellos a los que pretendéis ayudar!

*

Diana aflojó el Lazo de la Verdad y se quedó pensativa mirando al suelo. Antes de dar su siguiente paso, dudó un momento si el bánkster tenía razón o no… ¿Es inútil luchar y esperar que las víctimas despierten y comiencen a tomar responsabilidad por sus ahorros e inversiones? ¿Es un trabajo inútil intentar educar al inversor o que éste intente aprender por si mismo? ¿Está condenado a ser siempre una víctima de la industria?

PS: Dedicado a todos los anónimos componentes de esta Liga de la Justicia que participamos en la batalla (¿perdida?) por ayudar al pequeño inversor.


3 comentarios

  1. […] Por supuesto, soy realista y sé que esta jocosa propuesta, junto a otras propuestas más serias para ayudar al cliente, nunca se llevarán a la realidad —ni siquiera con un MiFID-XVIII para el año 2049. La industria necesita vacas a las que exprimir, así que como dicen muchos RRPP de la industria: “es bueno que el cliente tenga algo de cultura financiera, pero no demasiado“. […]

    • Un saludo y agradecimiento a todos los l”uchadores” . Yo, confieso y me declaro en agradecimiento a todos los que desinteresadamente apretais el lazo de la verdad, a mí me ha servido para abrir los ojos, mi poco conocimiento no sé si se puede llamar “cultura”, pero algo es algo . Buestro trabajo no cae en saco roto.
      ———+++++GRACIAS++++++——–

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«Las dos armas más poderosas de todo inversor son: (i) Aceptar nuestra propia ignorancia, y (ii) ser conscientes de lo poco que podemos saber sobre el futuro.»

—Benjamin Graham

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